martes, 16 de julio de 2013

EL ÚLTIMO DÍA DE NICK CARTER



Volver a ese lugar que te hizo feliz años atrás. Esa casa donde quemaste cada instante de los veranos de la adolescencia. Lo que antes fue verde ahora se ha convertido en un manto de hojas secas. Lo que antes fue vida, ahora es nada. Te da pena ver cómo se ha echado todo a perder. Te da pena, pero eres feliz volviendo a tumbarte por última vez en la hamaca que te ha visto crecer y enamorarte. Sonríes al recordar aquel beso inexperto con la hija del carnicero del pueblo. Recuerdas esa pequeña mancha rosa que tenía en su muslo… esa insignificante manchita de la que todo el mundo se burlaba pero que a ti te volvía loco. Esa pequeña y perfecta imperfección que te llevó al primer orgasmo. Recuerdas el sabor de los cortes de helado de turrón con barquillo. Recuerdas el olor a sol y cloro y protección solar. Vuelves a convertirte en Nick Carter por arte de magia. Aún te acuerdas de la coreografía de ese playback que hiciste el día del patrón. Sonríes porque te parece volver a escuchar de fondo la música de la verbena del pueblo mientras pierdes la noción del tiempo perdiendo el tiempo contando las estrellas. Te invade una oleada de sensaciones pensando en lo feliz que fuiste en aquella época y lo desgraciado que te sientes ahora. Los azulejos del suelo han perdido su color… y tu, también. Ahora eres una sombra. Ahora eres nadie. Ahora eres nada. La vida se ha llevado por delante tus ganas de vivir. Te despides de esa casa que te ha visto crecer… te despides tumbado en tu hamaca, entre recuerdos de un tiempo mejor… te despides sonriendo… te despides de la vida en el único sitio donde has sido feliz… te despides…

…te despides…

…buen viaje.

Adiós.

Texto escrito originalmente para el blog Instan-tes y publicado en la selección de junio de 2013

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